martes, junio 06, 2006

Quién fuera caracol (y no por hermafrodita)

A petición de Be, recupero uno de los textos de esa web que algún día volverá a Internez:

Más de uno (Mago) estará rajando por ahí que dónde se habrá metido el Anómalo, que si se estará escaqueando, etc. Aparte de la evidencia de que sí, me estaba escaqueando, he tenido más motivos. Y a un tipo tan sincero no se le puede guardar rencor (excepto a Isabel Coixet por A los que aman. ¡Algún día lo pagarás, Isabel!).
El caso es que he estado de mudanza, y no de ropa interior precisamente. Que también. Aunque no es que haya estado todos estos días cambiándome los gayumbos. Lo que no quiere decir que no me los haya puesto limpios todos los días. Es decir… ¡Que me he cambiado de casa, carajo! (y de calzoncillos. Más veces que de casa. Eso).

Las mudanzas tienen un punto positivo, porque dejas atrás la cosas viejas. La columna vertebral, por ejemplo, que te la dejas a base de cargar cajas. Claro, al principio te pasas días buscando cajas vacías de cartón, lo cual te sirve de entrenamiento por si al final no encuentras piso nuevo (yo las mudanzas las hago a lo macho, a la aventura). Y buscas cajas grandes. Y no las encuentras. A nadie se le ocurre preguntarse por qué no hay cajas grandes. ¡Por algo será! Que luego las llenas.

- ¿Qué llevas ahí?

- Nada: la plancha, la enciclopedia británica y los apuntes de toda la carrera.

- ¿Sólo?

- Na, todavía hay sitio para meter las pesas.


Luego la gente me pregunta que si alguna vez levanto pesas. ¡Coño, en las mudanzas! Para llevarlas de una casa a otra.
Las cajas pequeñas tampoco son una solución:

- ¿Y qué llevas en esa otra caja?

- El libro de Urdaci.

- ¿UN libro? ¿Y para que lo metes en una caja?

- …

Da igual: te estás mudando. TODO tiene que ir en cajas: discos, DVDs, ropa…

- ¿Metes la ropa en cajas?

- Claro, tío.

- ¿Y que metes en las maletas?

- Pues libros.

¿Quién quiere lógica teniendo cinta de embalar? La cinta de embalar es esa cosa que se te queda pegada en la mano cuando intentas cerrar una caja con ella. Porque es difícil mantener cerradas las tapas de una caja mientras desenrollas la cinta y la pegas para sujetarla mientras que contestas “no hace falta” al gilipollas que te pregunta “¿te ayudo?” desde el otro extremo del cuarto con las manos metidas en los bolsillos. Dices “no hace falta” pero piensas: “si eso muérete, cabrón”.

Las mudanzas sacan lo peor de mí. Me refiero a esas cosas que salen a traición del fondo de los cajones (he dicho cAjones) y que habías olvidado para recuperarte del bochorno de haberlas comprado o guardado alguna vez. ¿Para qué coño quiero yo el resguardo del burro-taxi de Barbate? “Ay, de recuerdo”. Como si no tuvieras bastante con acordarte de la puñetera madre del tío que te cobró 20€ por darte media vuelta por la plaza del pueblo.
Uno encuentra ese tipo de cosas y también regalos de marcas de alcohol. ¿Y eso por qué lo guardas? ¿De recuerdo? ¡Pero si no me acuerdo de nada de aquella noche!
Y lo peor es que al final todo eso va a parar a una caja: “es que me da no sé qué tirarlo. Ya si eso lo tiro en el piso nuevo”. Es lógico: para qué tirarlo ahora que te avergüenzas de ello cuando puedes empaquetarlo, cargarlo y tirarlo finalmente al otro extremo de la ciudad. Así si es algo lo bastante grande, tus nuevos vecinos ya sabrán con qué clase de individuo van a convivir.
Porque esa es otra: desembalar. Pero eso ya si tal otro día. Primero tengo que encontrar mi cuarto en la “mansión” nueva. O distinguirla del trastero, lo que sea.

5 comentarios:

Be dijo...

Anomalín, gracias por atender mi petición... Como gran experto en mudanzas, tengo una cosa que consultarte.

Se me ha ocurrido trasladar los libros en bolsas de súper. Son cómodas de llevar y la cantidad de libros que caben en cada una hace que el peso sea llevable. ¿Hay algún fallo en mi teoría?

Gato dijo...

Perdón por la intromisión... Fallo lo que se dice fallo, no hay. Pero si eres portadora de una torpeza como la mía, te cargarás las esquinas de los libros y te llenarás de morados las piernas. Yo te recomiendo cajas de estanco, que son pequeñas. Y si no lo son lo suficiente, hazlas mixtas: parte de libros y parte de ropa,u otras cosas menos pesadas.

Y Eding. Escribe todo, todo el contenido de las cajas. Fragil en las cosas frágiles (por ejemplo, si hay botellas de güisqui tienes que poner "güisqui, frágil"... aunque lo suyo es llevártelas puestas).

Gato dijo...

Y Anómalo, es una ocasión estupenda para hacer desaparecer cosas desagradables. Como borrar un teléfono que has decidido que no vas a marcar en tu vida.

Una mudanza está junto al divorcio en la lista de fenómenos estresantes de la vida. Yo creo que aparte del trabajo que genera, es por el estado emocional de encontrarte con tantas cosas...

Anómalo dijo...

Las bolsas del súper tienen las ventajas que apuntas, peeeeeeeero hay libros que no existen en edición de bolsillo (esos dos que estás pensando) y tendrás que transportarlos en edición normal ("bonita", como me decían una vez en la FNUCK). Las esquinas de edición normal y las bolsas del mercadona no se llevan bien.
Remato el consejo de la Gato: escribe lo que hay en la caja DESPUÉS de cerrarla, cuando ya no hay vuelta atrás. La rotulación "cosas varias" no es óptima.

Anónimo dijo...
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