jueves, agosto 30, 2007

Diccionario anómalo: Consolar

Consolar: Dícese de la acción climatológica por la cual hace buen tiempo los últimos días de vacaciones para que el personal no se vaya tan cabreado.

miércoles, agosto 29, 2007

Anómalo al ast

Misia me propuso ir a la playa:

Misia: Vamos a la playa, Anómalo.

Y nos fuimos.

Hay cosas que nunca olvido cuando voy a la playa: el bañador (es peligroso para un señor invisible hacer nudismo), la toalla, la orca hichable... todo lo imprescindible.
Misia: Anómalo, ¿te has traído crema?
Anómalo: ¡Claro!

Y me puse a merendar antes de irme al agua.

Ah. Esa crema.

lunes, agosto 27, 2007

Número anómalo

Estaba yo en la casa de mis padres, en la Ciudad Lluviosa, enzarzado como suelo en una profunda lectura. O puede que sólo estuviera reflexionando, no recuerdo bien. El caso es que un ruido me devolvió bruscamente a la realidad: “Zzzzzzmph… ¿qué es ese ruido que me devuelve tan bruscamente a la realidad?”, pensé. “Ese sonido me suena… Er… creo que estas reflexiones de dos horas después de comer me limitan el léxico”.
Recordaba al ruido que hacía el teléfono móvil antes de que me bajara el politono de Bisb… Kaiser Chiefs, que es un grupo supermoderno y alternativo como toda la música que yo escucho. Como un sonido del pasado (el que sonaba, no Bisb… los Kaiser Chiefs), una llamada extraña que atravesaba las capas de mi conciencia desde el pasado como un quejido llegado de tiempos pretéritos que…


- ¡Coñe! ¡Es el fijo! ¡Y qué rápido recupero el léxico! A ver dónde está ese... el... estooo... el comosellame ese.

Por fin cogí el teléfono con esa elegancia aprendida de las películas clásicas de Peter Sellers:

Anómalo: Aló. Ejem. ¿Diga?
Voz: ¿Pero qué haces tú ahí?

Turbadora cuestión. ¿Se refería acaso a mi propia existencia? No reconocía la voz, así que acaso fuera un ente superior que me llamaba a reflexionar sobre cuestiones teológicas de orden superior. ¡Pues si es lo que estaba haciendo! Para eso no hacía falta llamar por teléfono y despert… interrumpirme.
Tenía que ser otra cosa. Una rápida ojeada me confirmó que estaba en casa de mis padres, en la Ciudad Lluviosa, así que quedaba descartada la acusación de allanamiento de morada. ¿Había quedado con alguien en algún otro lugar? Improbable. A lo mejor era una pregunta literal de algún tipo de encuesta:

Anómalo: Er... hablo por teléfono.
Voz: ¿Eh?
Anómalo: Bueno, todo el rato no. Hasta hace un rato estaba…
Voz: ¿Feliciano?
Anómalo: Sí, bueno, bastante.
Voz: Pero ¿quién eres?

¡Mierda! Sí que se trataba de cuestiones filosóficas.

Voz: ¿Es el 4815162342?
Anómalo: No, soy el Anómalo. Pero me gusta ese nick.
Voz: Er… perdón, oye, creo que me he equivocado de número.
Anómalo: Ah, pues prueba con el 42.

Y colgó. O le he dado qué pensar o es que no soy el Elegido.

Solución a la... er... otra cosa

Efectivamente, alguien acertó la naturaleza de la Cosa: Carlos, eres un crack y me quito el cráneo ante ti:


"Venga va, me tiro de la moto. Un reloj de estos que proyectan la hora en la
pared. Aunque pensandolo bien, esos si que tienen utilidad..."

Me das miedo, eso sí. Por dos motivos: el primero que hayas sabido lo que era. El segundo, ¿ ¿"eso sí que tienen utilidad"?? Una cosa en la que sólo puedes consultar la hora cuando está oscuro. Además la proyecta, para que se entere todo el mundo. Claro, que bien visto, sirve para hacer amigos. Claro, que hay que tener cuidado con qué gente conoces así...

Que luego te pasas toda la vida con la historia del reloj.

Nosevayantodavíaaúnhaymás: Visto el éxito del Juego de la Cosa, si alguien quiere enviar las fotos de sus propias Cosas (con perdón) cuya utilidad desconoce o es inexistente, seguro que los otros amables lectores y yo mismo gustaremos de resolver sus dudas ontológicas. Ya saben: memoriainvisible@gmail.com.


¡Hay grandes regalos en juego! Er... o no.

jueves, agosto 23, 2007

Me han regalado otra... er... cosa

Me he vuelto a subir en el autobús Guay. El autobús Guay proporciona transporte, comida y ¡Cosas! Cambia transporte por alojamiento y el autobús Guay es como una madre para sus pasajeros. O como un productor de Gran Hermano con mucha imaginación para el product placement. Inquietante silogismo.

En fin, que me encantan los regalos absurdos que hacen y que me ponen en pie de igualdad para competir con Álex O'Dougherty por el título mundial de Chumineitor King. Me quitaré el cráneo ante cualquiera que pueda intuir la función de esta Cosa:

Una pista: no es un Cinexin.

Especulen, especulen. La solución, próximamente en este mismo blog.

Y no se lo creerán. En serio.

Spock canta a Bilbo Bolsón

Diox. El título de este post es una frase que nunca hubiera creído que iba a escribir. De haberla imaginado. Porque hay que estar enfermo. No tengo palabras:

Tiembla, Bisbal. Er... o Georgie Dann, quizá.

Si no recuerdo mal, lo vi en Cinemaspop.

miércoles, agosto 22, 2007

Diccionario anómalo: Indivisible

Indivisible: Que no puede verse en dos trozos.

martes, agosto 21, 2007

Anomaló

Las cosas no fueron exactamente así. Incapaz de dejar incólumes tales inexactitudes que tan vergonzosa imagen de mí mismo bosquejan (con lo a gusto que estoy yo sin tener imagen alguna) me propongo a contar los hechos como ocurrieron en la realidad. Hale.

Misia me llevó a Francia en un gesto de generosidad sin precedentes. Porque el trato era que a cambio del transporte, yo portearía, cocinaría, programaría el tontón, montaría la tienda de campaña, haría de intérprete con los aborígenes y cargaría con la guía de viajes, anda que ya le vale.
Llegada nuestra primera parada, me apresté con toda mi buena voluntad a traducir nuestra necesidad de comida a uno de los lugareños:

Anómalo: HO-LA.

El lugareño me miró raro.

Anómalo: HO-LA. CO-MER. CO-MI-DA. ÑAM-ÑAM.
Lugareño: (a Misia) ¿A este tío que le pasa?
Misia: Anómalo... ejem... que hemos parado en Burgos a almorzar.
Anómalo: (a Misia) Huy, perdón. (al Lugareño): PER-DÓN.
Misia: Y... esteeee... ¿dices que hablas francés?
Anómalo: Sísísísísí. Es que me he puesto nervioso, pero que sí, tranquila. Cruasán. Torreifél. ¿Ves? Tú tranquila.

Por fin atravesamos la frontera del país vecino. Luego ya fui capaz de programar bien el tontón y llegamos a Francia. No había fruta por el suelo, así que tuvimos que dirigirnos a un establecimiento. Una vez más, en mi dominio del lenguaje se hallaba la clave de nuestra subsistencia y no estaba dispuesto a fallarle a Misia. Además, tenía gusa.

Lugareño francés: Bunyú.
Anómalo: ¿Ein?
Lugareño francés: Pagdón.
Anómalo: Ah, vale. Estooo... sí. Yes. Jelou. Ehm... Hey, míster güeiter, ai guant tu it. Ai... er... ai guant tu it poteitos güiz... hum... güiz tomeitos and chis. Chu, plis.
Misia: ¡Anómalo! ¿Ese es el francés que tú hablas?
Anómalo: Ssss... no, bueno. Sé más cosas: "güen yu pauns" y más.
Misia: Anómalo, majo, ¿tú cómo has aprendido francés exactamente?
Anómalo: En el cine, claro.
Misia: ¿En el cine?
Anómalo: Sí, bueno, al principio no sabía, pero luego veía todas esas películas y entendía todo.
Misia: ¿Esas películas?
Anómalo: Ya sabes: Los aristogatos,
Un americano en París, Ratatuille, El último tango en París (jijiji), French Kiss, Amélie... bueno, no, Amélie no, que la vi doblada.
Misia: ...
Anómalo: No te preocupes, con lo que controlo el francés, no llamaría la atención ni en la mismísima Berlín.
Misia: Berlín está en Alemania.
Anómalo: ¿Ah, sí? Bueno, he visto Ser o no ser,
El buen alemán, Top secret...

Hum... ahora no tengo claro para qué escribía yo este post.

lunes, agosto 13, 2007

¿Vacaciones?

No crean. Es sólo que el verano es peligroso para según qué blogueros.


Y para los cinéfilos, también.

PD No se me distraigan que a partir de ya, a la que se despisten, posteo. Buenas vacaciones a quien las tenga.