El tercer homb... inquilino
El miedo se apodera de nosotros como si fuéramos los únicos sexualmente activos de una película de terror. O como si fuéramos Rajoy en un congreso del PP. O como si fuéramos Esther la de OT en un conservatorio (aquí, haciendo chistes para un espectro de audiencia lo más amplio posible. Ay, espera, falta...). O como si fuéramos Pocoyó en... er... en un fondo de color... hum... naranja (vale).
Saben ustedes que durante semanas hemos tenido una intrusa en el hogar. Al principio estaba bien. Parecía simpática y muy mona. Dejó de parecernos tan mona cuando le creció el bigote, un mostacho que haría ponerse verde de envidia a cualquier señor del siglo XIX. O a Jose María Íñigo. Es lo mismo.
Al principio la toleré, porque supuse que era una amiga de Zoquete y es de buena educación aguantar a los amigos de tu compañero de piso.
Me equivoqué.
¡Ni buena educación ni leches! Una cosa es una cosa y otra es dejar que te pisen la cara mientras echas la siesta porque quieren usar el sofá. O que te persigan por toda la casa para que les prepares la comida o de lo contrario te muerdan a ti (no hay nada de erótico en ello, créanme).
Pero me equivoqué en algo más: ¡no es amiga de Zoquete! (aquí deben introducir mentalmente un efecto de sonido aterrador. La canción de Esther que les he enlazado más arriba estará bien).
Por fin me había decidido a hablar con mi compañero de piso para que echara a su amiga.
- Zoquete, creo que ya ha estado bien -su novia me dio la razón, aunque ahora sospecho que no hablábamos de lo mismo-.
Él me dijo que sí, que pensaba lo mismo, pero que no sabía cómo exponérmelo sin que me sentara mal, que como él estaba todo el rato en el cuarto tampoco le molestaba tanto...
- Bueno, entonces si a ti no te molesta, se puede quedar unos días más, hast... ¡un momento! ¡Al que le molesta es a mí!
Entonces me contestó que hablara con ella, que para eso era mi invitada. Vale, yo soy un tipo despistado. Si viviera en Metrópolis, creería perfectamente que Supermán y Clark Kent son dos personas diferentes, suponiendo que llegara a llamarme la atención ver a un tipo que vuela (si eso por el esquijama). ¡Pero si fuera amiga mía me acordaría!
Y si yo no la conozco, ni Zoquete la conoce, ni la novia de Zoquete la conoce... es alguien muy poco popular, la verdad. Encaja con el perfil de los habitantes de este piso, por tanto.
- A lo mejor es amiga de alguno de los lectores -propuse.
Zoquete y su novia me miraron raro.
- Oye, que tú eres un muñeco de madera y tú una Barbie de los chinos, a ver quién os habéis creído para juzgarme.
Así que por si acaso, le he sacado una foto para ver si alguno de ustedes la reconoce. Se la he tomado de incógnito porque el miedo se apodera de nosotros como si fuéramos los únicos sexualmente activos de una película de terror (especialmente Zoquete y su novia). O como si fuéramos... bueno, creo que ya cogen la metáfora.
Por suerte no se ha dado ni cuenta. Jijiji.
Jejeje.
JEEEEEJEJ...
Glups.
3 comentarios:
¡Se te ha colado en casa un gato borrosísimo! Nunca te fíes de cosas que no tienen los bordes bien definidos.
Pero mira tu que mona
Con el tiempo entenderás quién manda. Miauu!
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